No es de extrañar que aún antes del nacimiento de cualquier ser humano y previo al conocimiento de su sexo la familia comience a escoger los colores de la canastilla, los juguetes, y hasta sueñe con su futuro profesional.

Sin embargo, tal atribución diferenciada no solo de cualidades, sino de funciones, ha sido construida históricamente por nuestros congéneres, con lo cual solo hemos conseguido aumentar las divergencias entre hombres y mujeres, perjudicando sobremanera el bienestar emocional y las relaciones entre ambos.

Por ejemplo, según las “normas” de la masculinidad, los varones no deben mostrar sus emociones, llorar, soltar el "lado femenino". En cambio les corresponde ser competitivos, estar siempre dispuestos a tener relaciones sexuales con un desempeño eficiente, ser independientes, y ejercer todo un sinnúmero de características, que si bien les reportan cierto “predominio” sobre las mujeres, también les exigen sobreesfuerzo físico y psicológico muy perjudicial, que los aleja de otras propiedades legítimamente humanas.

A las féminas, en cambio, tras ser consideradas erróneamente “afectivas por excelencia”, se les educa en la expresión emocional, en el rol de cuidadoras de los hijos, en la docilidad, en una sexualidad menos agresiva y menos promiscua, como si el único fin de nacer mujeres, aún en estos tiempos, fuera su reclutamiento para los quehaceres domésticos o la doble jornada entre el trabajo y el hogar.

Que quede muy claro que el objetivo de este artículo es que debemos de dejar los roles establecidos desde hace mucho y plantear nuevas alternativas de convivencia. Es cierto que existen diferencias sexuales y corporales que nos hacen diferentes, pero no exageremos su desarrollo en la personalidad de nuestros hijos.

Felizmente todo va evolucionando y los chicos de ahora se muestran más homogéneos en el trato con el sexo opuesto, mas sinceridad y menos "caretas", además tienen el concepto de que siendo de sexos diferentes, pueden complementarse y no verse tan distintos dentro de su papel en el medio social como seres humanos.