La renuncia de Fidel Castro, anunciada ayer tras medio siglo en el poder en Cuba, fue acogida en la comunidad internacional con la esperanza de que la isla inicie un proceso de apertura democrática y con ofertas de cooperación. Muchas naciones destacan la trascendencia de la decisión de Castro, de 81 años y que ya delegó provisionalmente sus cargos en su hermano Raúl hace 19 meses por cuestiones de salud, para un futuro de reformas en Cuba.

Practicamente abdicar al poder después de tanto tiempo es ratificar las ansias de poder del mandatario cubano. Ahora que no existe salud para gobernar es lógico y diría yo muy sensato el desprendimiento de poder de Castro luego de casi medio siglo con las cosas exactamente iguales en Cuba.

Existen los escépticos que afirman que Fidel Castro va a gobernar desde su casa o desde un hospital. Hay también optimistas que ven las cosas mas favorables para la instalación de la democracia definitivamente en el país centroamericano. No todo está dicho entonces según lo que se especula. Si a eso le agregamos que quien va a seguir gobernando es el hermanos de Castro (Raúl Castro) es complicado que cambie la situación política, social y económica.

La noticia dio la vuelta al mundo luego que Castro anunciara, en una de sus reflexiones, que no aceptaría ni aspiraría al cargo de Presidente del Consejo de Estado y Comandante en Jefe, en la sesión del parlamento cubano prevista para el próximo 24 de febrero.

Debido a una enfermedad intestinal, Castro otorgó el poder a su hermano Raúl, en su calidad de primer vicepresidente, desde el 27 julio de 2006 y sus apariciones en la palestra pública han sido contadas.